El déficit fiscal es la diferencia entre gastos e ingresos del gobierno. Conforme aumente, el Estado tiene menos recursos para invertir y al mismo tiempo, se contrae la inversión porque hay menos dinero para préstamos al sector privado, lo cual se traduce en tasas de interés más altas —para emprésitos de casas y carros y tarjetas— y menos empleos (cifras en porcentajes del PIB).