Entre 2008 y 2018, se quemaron, en promedio, 116.000 hectáreas anuales. La mayor parte del terreno quemado corresponde a plantaciones forestales de especies exóticas, seguidos de cerca por pastizales y matorrales. Estos últimos, además, están compuestos por una gran proporción de especies exóticas invasoras, las que facilitan la expansión de los incendios.